domingo, 29 de mayo de 2011

From San Pedro 2/7

From San Pedro

Su casa queda mirando hacia el Sur, en una calle llena de piedras y caliche, a poca distancia del malecón. El Sol de la primavera  entra por la parte trasera de su  habitación.  Los rayos traspasan la barrera de las ventanas de madera y de las cortinas de chifon. 
Su habitación es pequeña,  techada de zinc, con piso de cemento amarillo. Su cama está pegada de una pared y queda justo debajo de la única ventana. La furia de los mosquitos es apaleada por un mosquitero azul, sostenido en sus cuatro esquinas por  pedazos de tiras que lo sujetan a cuatro clavos.
Precisamente en uno de los clavos está colgado su uniforme. Está enganchado en una percha de metal en la misma forma como se vería puesto: un pantalón verde de satín, un delantal de satín rosado con incrustaciones de espejos y pedazos de cristales sujetados por trozos de cintas finas de doce colores distintos; una camisa verde cotorra con mangas abultadas y una capa, con las mismas incrustaciones que el delantal. Al lado de su cama, su mesita de noche de una gaveta: sobre ella su sombrero alto, con plumas de avestruz de doce colores y al lado de él,  un libro negro sobre el cual se encuentran sus lentes de miope y un recipiente de cristal,  dentro del cual se ven pequeña bolas moradas, algunos pedazos de ramas y un liquido, aparentemente denso, tapado con un corcho viejo y ruido. 
El hombre se para de su cama, desnudo; quita el mosquitero y forma con él una bola que coloca debajo del colchón.  Levanta sus brazos  y escruta  sus axilas en busca de algún hedor; al no conseguirlo decide colocarse su uniforme: primero el pantalón verde, luego, en cuclillas explora debajo de su cama y saca unos tenis blanco, dentro de los cuales se encuentra, embolladas, sus medias deportivas. Se pone las medias, los tenis, luego la camisa, se amarra el delantal y la capa  y se mueve...  Camina, tres pasos, hasta llegar a su espejo; este le devuelve la imagen borrosa de sus ojos miel, su piel negra intensa, sus arrugas perpetuas…   tres pasos hacia atrás y toma, de la mesita de noche  sus lentes de miope y la botellas con la sustancia purpura.  Se pone los lentes, abre la botella y se toma un trago. Se inclina sobre su cama, abre la ventana, ve el sol, toma otro trago,   Cierra la ventana, toma el sombrero  y sale de su habitación: Hoy le toca bailar.

lunes, 23 de mayo de 2011

La esquina de las hormigas

Tengo muchas cosas que hacer y no he podido escribir esta semana. Pero, no deseo perder la costumbre, y aquí publico un cuento escrito en el año 2008 durante un taller de escritura creativa:


La esquina de las Hormigas

Se pararon frente a la casa de doña Brígida sin ningún temor.  Aquello de que convertía los niños en sapo y que se transformaba en culebra, aumentaba el espíritu  aventurero de sus ocho años. 

Hoy, desde la esquina de tu expiación, escuchas el murmullo de tus hermanos, quienes, en otro cuarto, ven tus caricaturas favoritas.  Tratas de no angustiarte con el sonido incomprensible de la televisión y te dedicas a observar una línea de hormigas negras que salen del “toma-corriente” y se dirigen, rápidamente, a un pedazo de chocolate que rueda en el piso.

Las hormigas son ágiles y se ayudan en la labor de cargas los trocitos de chocolate; decides  romper su marcha y con tu dedito pisas un grupo de hormigas; las demás se alborotan y dispersan, pero ninguna se acerca a observar las hormiga que tu dedo asesinó.  Piensas que tus hermanos son como esas hormigas cobardes, pues mientras tu sufres hincando por la  represión injustificada de tu madre, ellos ni siquiera se acerca a ver si vives o estas muerto.

Víctor no era así.  El siempre estaba contigo y te apoyaba en cualquier circunstancias.  Sonríes recordando cuando llegabas del colegio y él te estaba esperando en el frente de tu casa.  Te preguntaba enseguida como te había ido en el colegio y si tenías muchas tareas que hacer.  Te comentó, en algún momento, que si el fuera a la escuela de ayudaría con tus deberes y así tendrían más tiempo para jugar.  Hoy Víctor está en una Escuela, gracias a tus hermanos y a doña Brígida y quizás aprenda muy pronto a leer o a escribir, sin embargo, ¿quién jugara contigo cuando el castigo termine? ¿Que es mejor, estar en una escuela lejos de papá y mamá o vivir con ellos y jugar todo el día?   Tú no entiendes como funciona el mundo, ni que es eso de no tener dinero, no encontrar trabajo, ni que un niño pueda vivir lejos de su papá y su mamá  solo porque ellos siempre lo dejan jugar.

En el fondo te culpas.  Si no te hubieras apresurado,  los chismes de tus hermanos no hubieran sido efectivos y simplemente todo caminaría como una marcha de hormigas hacia su alimento.

Pero aquel día fue especial.  Víctor  te estaba esperando con las manos detrás de la espalda y una sonrisa que delataba una gran noticia.  Enseguida lo viste, te acercaste a él y te dijo:

-          ¡Justin, conseguí la forma de ver el baño de Doña Brígida!

Te quedaste mudo.  Doña Brígida era la bruja del barrio,  que por muchos años fue  más vieja que tu abuela, pero que,  de un momento a otro y gracias a sus  conjuros mágicos, logró que su nariz, sus nalgas y su frente cambiaran y se volvieron iguales que a las de tu madre.

Se comentaba que todas las tardes tomaba baños en azufre caliente; que por las noches se montaba en su escoba y volaba hasta la casa de los niños recién nacidos para chupárselos; que había convertido a un perro en gato y que por culpa de ella el papá de Víctor no conseguía trabajo.  Los rumores eran diversos pero el más interesante era, precisamente, el proceso en el cual Doña Brígida ingresaba al baño de azufre  hirviendo,  saliendo sin quemarse.

Te extasiaste ante la sola idea de ver a la bruja dentro del agua hirviendo y no te percataste de que debías cumplir con el ritual de las hormigas e ir a tu casa, hacer los deberes y luego pedir permiso para jugar un ratito antes de la puesta del sol.  Pero no, saliste huyendo con Víctor  ansioso de confirmar el mito de la Bruja Brígida.

Tus hermanitos, esos mismo cuyas risas escuchas en este momento, deben sentirse felices; al fin fuiste castigado por el hecho de jugar con otros niños que no fueran ellos.  Víctor, tu único amigo, ya está en la Escuela, aprendiendo a leer, matemáticas y a escribir, mientras sus papas, solitos en la casa, siguen buscando trabajo.  Doña Brígida continúa siendo bruja, y tú, confinado en un rincón de tu casa, matas con tu implacable dedito, todas las hormigas que salen del conector del luz.

viernes, 13 de mayo de 2011

Pueblo 1/ 7

Monte

La mira y cree que el tiempo no se ha detenido. ¡Tantos años y sigue siendo igual! Está apoyada de la pared del inmenso comedor de su casa. Su pintura verde se ha desvanecido por pedazos, pero conserva el brillo del metal en las partes peladas.  Toca las gomas y las palpa lisas de rodar, pero sin ningún pinche. El manubrio con sus manecillas originales, una plaquita fosforescente en la parte delantera, justo debajo del canasto, aun blanco, y otra, en la parte trasera, debajo de la  parrilla del pasajero, justo arriba de la placa. Por último,  la campanita en el mismo lugar de cuando era nueva.
Se parece mucho al pueblo donde descansa.  El pueblo donde nació su padre, su madre, sus hijos y él. El pueblo donde conoció a Mercedes, donde construyó su casa y donde comenzó a montar su bicicleta. Encallado en algún lugar del noroeste,  a su pueblo ninguna brisa le entorpece su lenta y persistente decisión de envejecer.
Roberto no  decide si salir o no a dar una vuelta en ella y recorrer esas calles, conocidas, sabidas, anchas. Parece que la misma indecisión embarga a su pueblo, aquel lugar  testigo de una historia hermosa, albergue  de un reloj prestado, cuna de una generación épica y dueño de una montaña que  besa el Mar.
Don Roberto no sabe si usar o no su vieja bicicleta y salir a recorrer las esquinas, las calles y las lomas de su pueblo. No sabe si quiere volver a observar los chivos comiendo cartón y los niños saliendo de la escuela . No sabe si quiere ver las salinas vacías, el reloj que  ya no suena o simplemente recordar que los héroes ya murieron.

Ana Magnolia Méndez
Mayo 13/2011
Santo Domingo de Guzmán, RD

domingo, 8 de mayo de 2011

Fe


Vivía en una aldea, rodeado de desiertos, montañas  y cuevas. Su trabajo de militar le aseguraba el sustento de su familia y de otras ocho que lo ayudaban a pastorear su gran rebaño de ovejas. Tenía el concepto de que el trabajo era el único medio con el cual el hombre  dignifica su presencia en el Tierra y por ello les exigía a todos sus empleados que se portaran tan afanosamente como él.

No visitaba las sinagogas, no sabía leer y pocas veces oró.

Un día, uno de sus empleados, tuvo un fuerte, punzante y ensordecedor dolor en el costado izquierdo de su cuerpo. Con la ayuda de los demás pastores fue llevado a la casa de su patrón.  Allí fue recibido y cubierto en mantas,  mientras era esperada la llegada de algún doctor.


- Se trata de un tipo de ataque mortal, no creo que dure más de un día- dijo el médico

Su patrón no creyó en aquellas palabras.   


-  ¿mi mejor cuidador de ovejas? – dijo

Pronunció, delante del médico, siete palabras de negación y ordenó que le fuera ensillado un caballo pues, el mismo, saldría en busca de otro médico.  No había terminado de dar la orden cuando el caballo ensillado estaba en la puerta de su casa.   Lo montó  y salió.


Cabalgó por horas, preguntando en cada aldea si conocían a algún doctor. Conversó con varios médicos y, al narrarles el caso, todos consideraban innecesario ir a la casa del centurión: su criado ya debía haber muerto.

El centurión no acepto las negativas y continuó cabalgando.  El cansancio de su caballo era evidente, por lo que decidió detenerse en un poblado, cerca de un pozo, a tomar agua y a discernir si continuaba  su búsqueda al norte o al sur.  Observó que un tumulto estaba reunido  alrededor de un hombre joven, alto, de piel aceituna, pelo crespo, que les hablaba de forma muy convincente. Preguntó a otros hombres que merodeaban el pozo, quien era aquel. 


-    Se trata de uno de tantos que dicen ser el Mesías y que anda predicando por toda la región, seguido de un grupo de discípulos . Dice la gente que sanó a un ciego de nacimiento. 





Lo sintió en su corazón. Ese hombre era a quien él estaba buscando. El sanaría al  pastor.

Domingo 8 de mayo de 2011
Magnolia Méndez-Cabrera
San Pedro de Macorís

sábado, 7 de mayo de 2011

La Verdadera Magia

La Verdadera Magia es un nombre que evoca un cuento que leí hace unos años, cuando participaba en un taller de escritura creativa.

Narraba, ese cuento, la historia de un niño, de unos ocho  años, que descubre que la magia no existe, que todo eso que hacían los magos en los circos, no era más que trucos.  Su padre, desde sus adentros, piensa en como explicarle que la magia si existe y que la Verdadera Magia estaba, simplemente en vivir.

Pocas frases me han marcado tanto como esa.  La he utilizado en muchos momentos y escenarios y es la mejor para describir mi blog.

Ya he publicado una primera entrada, pero quiero establecer mis deseos y ambiciones con este blog. He llevado dos blogs en colaboración en mi vida: uno con mis alumnos de Maestría el cual, quizás por mi inexperiencia en la utilización del blog o quizás por la propia desidia de mis estudiantes, no fue todo lo que yo hubiese deseado.

El otro, lo lleve con mis estudiantes de pregrado y fue un éxito.  Me encantó la experiencia y más ver que no sólo mis alumnos lo utilizaron activamente durante el cuatrimestre, sino que otras personas también lo han utilizado y siempre será una herramienta de consulta para mis propios alumnos y alumnas, cuando tengan que recordar algo de la materia.  

Debo decir que escribir es mi pasión y mi utopía. Me encanta escribir y lo hago a diario pero mi utopía es que lo que yo estoy llamada a escribir, mi vocación, son los cuentos y casi no los escribo.  Duro años sin escribir un cuento y sé que eso es lo que me gusta...... y no lo hago.

¡Esta bueno de excusas! manos a la obra. Robándome un poco de la idea de mi hermana de publicar, diariamente, una fotografía, yo, siendo un poco más modesta, he tomado la decisión de hacer un poco de magia y publica un micro cuento semanalmente. Es un proyecto ambicioso para alguien que  se exige mucho escribiendo. Sé, de antemano, que no me saldrán bien los cuentos y que después de publicados desearé modificarle elementos. Me reservo el derecho de hacerlo, de modificarlo y cambiarlos.  

El otro temor, es un poco vanidoso, pero lo escribiré: ¿ y si alguien me los roba? ¿y mi derecho de autor?

Soy abogada y bueno, sé como funciona esto. Rememoro las palabras de Facundo Cabral, citando a uno de sus autores preferidos: que lo que me pierda de gloria, lo gane de eternidad pues lo que sí quiero es escribir, tener millones de cuentos, poder algún día sentarme a elegir para mi antología. Así que, agarro mi varita mágica e inicio mi proceso.

En algunas semanas, en lugar de cuentos publicaré mis clases de la universidad o alguna motivación de algún expediente que me parezca interesante o buena.  Pero en este blog se escribirá, en el Nombre de Jesús, mi Señor y Salvador!