From San Pedro
Su casa queda mirando hacia el Sur, en una calle llena de piedras y caliche, a poca distancia del malecón. El Sol de la primavera entra por la parte trasera de su habitación. Los rayos traspasan la barrera de las ventanas de madera y de las cortinas de chifon.
Su habitación es pequeña, techada de zinc, con piso de cemento amarillo. Su cama está pegada de una pared y queda justo debajo de la única ventana. La furia de los mosquitos es apaleada por un mosquitero azul, sostenido en sus cuatro esquinas por pedazos de tiras que lo sujetan a cuatro clavos.
Precisamente en uno de los clavos está colgado su uniforme. Está enganchado en una percha de metal en la misma forma como se vería puesto: un pantalón verde de satín, un delantal de satín rosado con incrustaciones de espejos y pedazos de cristales sujetados por trozos de cintas finas de doce colores distintos; una camisa verde cotorra con mangas abultadas y una capa, con las mismas incrustaciones que el delantal. Al lado de su cama, su mesita de noche de una gaveta: sobre ella su sombrero alto, con plumas de avestruz de doce colores y al lado de él, un libro negro sobre el cual se encuentran sus lentes de miope y un recipiente de cristal, dentro del cual se ven pequeña bolas moradas, algunos pedazos de ramas y un liquido, aparentemente denso, tapado con un corcho viejo y ruido.
El hombre se para de su cama, desnudo; quita el mosquitero y forma con él una bola que coloca debajo del colchón. Levanta sus brazos y escruta sus axilas en busca de algún hedor; al no conseguirlo decide colocarse su uniforme: primero el pantalón verde, luego, en cuclillas explora debajo de su cama y saca unos tenis blanco, dentro de los cuales se encuentra, embolladas, sus medias deportivas. Se pone las medias, los tenis, luego la camisa, se amarra el delantal y la capa y se mueve... Camina, tres pasos, hasta llegar a su espejo; este le devuelve la imagen borrosa de sus ojos miel, su piel negra intensa, sus arrugas perpetuas… tres pasos hacia atrás y toma, de la mesita de noche sus lentes de miope y la botellas con la sustancia purpura. Se pone los lentes, abre la botella y se toma un trago. Se inclina sobre su cama, abre la ventana, ve el sol, toma otro trago, Cierra la ventana, toma el sombrero y sale de su habitación: Hoy le toca bailar.