Para cualquier “cocola from San Pedro”
leer “Tiempo Muerto” trae recuerdos:
el olor de la melaza, mis pies de niña sucios de cachipa, el sabor de unos domplines
o de unos yaniqueques con chocolate,
el punding de la Tía Smith…. Rememoré mis clases de inglés en el instituto de
un Cocolo apellido Gums y lo ricas que eran las palmeras en The Annie’s Bakery, frente a los
bomberos.
Todo eso me trajo el libro “Tiempo Muerto” una novela de Avelino Stanley,
ganadora del Premio Nacional de Novela 1997 en la República Dominicana.
Y es que mi pueblo, San Pedro de Macorís, no siempre fue una provincia
olvidada, de la cual toda la gente sale y a veces no vuelve; existió un tiempo
en el cual lo que movía la economía de esta isla era la producción de Azúcar y
en ese momento, mi pueblo, llevaba la delantera, con varios ingenios. Esto trajo
a la ciudad mucha inmigración, de todos lados, pero en especial hubo una que la
marcó y de ella se encarga Stanley cuando narra la historia de un inmigrante
afrocaribeño, procedente de la isla de Nevis, que llegó a San Pedro de Macorís
para trabajar en la industria azucarera por el año 1930; la historia se intercala
el proceso de picar la caña, la dura
vida del batey durante la zafra y cuando esta termina, el drama del trabajador azucarero
que mendiga una pensión y hasta una identidad, con las costumbres “cocolas” su gastronomía, formas de pensar, religión y su característica
forma de ser.
Es increíble como las cosas caen en el olvido. No ha pasado un siglo de que vivíamos de
picar la caña y hacer azúcar y parece aquello como una historia lejana, sin
impacto ni relevancia… y por eso, quizás, para alguien que no lo haya vivido, no
entienda el valor de Tiempo Muerto…. O quizás sea justo que hablemos más de lo
que pasó y de que aun pasa en un Batey, que abordemos nuestra herencia Cocola
con orgullo, que tomemos más Guavaberry y que difundamos el gran legado que aún vive
en las ruinas de San Pedro de Macorís, donde, aun, un Guloya danza cuando el sol goes down.
Ahh y sí quieres
saber que es Tiempo Muerto: lee el
libro!
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