Hace unos años
conocí un hombre bastante admirable por lo profundo de su conversación. Me
impresionó tanto que me atrevía a
contarle que me gustaba escribir. Le día
a leer uno de mis cuentos y me dijo que me faltaba mucho por leer… si, así de
simple, me dijo que necesitaba leer para poder escribir mejor y que su mayor
recomendación era que leyera poesía…
¡Wacala!…¡ a mi
no me gustaba la poesía! Luego de que me
obligaron a leer “Fuenteovejuna” de Lope de Vega y cuando tuve que aprenderme
un poema larguísimo de Salome Ureña, eso de la poesía se parecía tanto a las matemáticas
que realmente no me interesaba.
Pero Dios se
encarga de callarme la boca, de mostrarme lo equivocada que estaba y muchos
años después del consejo de leer poesía vi una película: La Sociedad de los
Poetas Muertos. La vi preocupada en un tema que de verdad me gusta: la docencia
e inspirar a mis alumnos. Cierto, el maestro de esa película, uno de mis
actores favoritos, Robín Williams, tiene pasión y definitivamente la pasión se
tiene o no se tiene. Pero lo atrayente de
esa película fue que realmente tomé una clase de literatura con ella y supe quien era el tio Wall (Whitman). Empecé a
buscar sus poemas en Internet y me enrede en ese mundo de poemas y más poemas
que cuando llegó la hora de elegir con mis amigos de lectura una autobiografía,
no dude en escoger un poeta de mi lengua:
Neruda.
Y con este libro,
prosa escrita con un poeta, sellé mi pacto con la poesía y aun cuando no puedo
escribir poemas, si le he escrito una cuantas letras a mi Capitán, al mío, mi Capitán
de Tierra firme.
Un viaje con un Capitán
de Tierra Firme
Y sin quererlo o quizás
queriendo, un día conocí un capitán… Capitán de tierra firme, que me subió en
la ruta de su viaje y me llevó a conocer el mundo. Junto a el viví en Rangon ..… caminé las calles
de la India feudal, tome té en una taza transparente como lo hacían los
habitantes de Ceilán.
Después de andar
mucho en Barco, me subí en un Tren, y absorta en la inmensidad amarilla de los
abedules transiberianos, conocí los mongoles, los Urales, el baikal, Samarkanda…
Durante mi viaje,
mi Capitán de tierra firme me mostró sus amigos, esos amigos que prestan el
pasaporte para escapar al exilio, aquellos con los que se puede escribir a la
limón, de los que comparten hasta el amor o de los que sin conocerte, te
conocen, te admiran te aman.
Y no solo anduve
por calles en Valparaíso, ni solo estuve
en un Santiago florecido y de repente ensangrentado, sino que pude ver el alma
de mi capitán, cuando fue quemado por los horrores de la guerra y la persecución,
impactado por la miseria humana vestida de política y cuando recibió el toque de la verdad y con ella consiguió la libertad.
Mi capitán de
tierra firme, con su casa de caracoles, su mangosta, su perro o su ovejo, vestido con su capa negra, con sus mascarones
de proa, sus libros, su isla negra……
MI capitán no
abandonó su barco, mantuvo su velero flotando en el pacifico gigante. Asumió
las tempestades y le cantó a la verdad, a la justicia, a la equidad, a la paz,
al hombre justificado solo en el bienestar de su hermano..
Su barco no se corrompió
con la muerte.. sigue flotando lleno de mascarones, de libros, de amigos, de
vino, de caracoles, de te, de mozzarella, lleno de historia, de lugares, de mujeres, de personas, chocando de cuando en vez con algún arrecife, pero
volando por encima del Mar y de la distancia.
Santo Domingo
02 de Marzo 2016
Me encanto tu escrito al Capitán. Tengo una obsesión personal con Neruda. Tanto que cuando fui a su casa de Valparaiso, no me cansaba de admirar las cosas que el toco y acaricio. Quise ir a Isla Negra y no pude, pero tengo en DVD sus recuerdos de esa casa que vino en la producción "Neruda en el Corazón" y lo veo y palpo cada uno de sus recuerdos, aun con ansias de verlos personalmente. Tu Capitán de tierra firme, también es mi Capitán. Te felicito por expresarte tan bien y plasmar en papel sentimientos comunes. Te quiero Mag
ResponderEliminarGracias Ama, ahora veo tu comentario!
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