Les presento a Ana. Ella es la señora que me ayuda en mi casa.
Tiene 61 años, 12 partos y 6 hijos vivos.
La conozco desde hace unos 20 años, siempre trabajando en el servicio domestico.
Es excelente en sus quehaceres y representa una verdadera ayuda para mí.
Ella me ha inspirado a pensar en la
situación del servicio domestico en la Republica Dominicana. Debo aclarar que hablo desde mi perspectiva
de ciudadana, no de abogada. Les cuento
la historia de Ana:
Nació en un batey de San Pedro de
Macorís. A los 14 años conoció un hombre
y se fue a vivir con él. Tuvieron 12
hijos, en menos de 15 años. Vivian
pobremente en un batey de San Pedro de Macorís. Aquellos años en el batey
fueron bastante fuertes.... Además de las penurias económicas, la dificultad
de criar 6 hijos, el dolor de los niños que tuvo y que no sobrevivieron se
añade que su esposo la maltrataba por gusto y pasión. Un día Ana se cansó y así realizó el éxodo, mudándose, con sus hijos, a San Pedro de Macoris, lugar donde inició a
trabajar en asuntos domesticos. Durante los últimos 30 años ha cumplido la
función de limpia, friega, cocina, plancha, lava,
atiende niños… todo esto por un salario quincenal inferior al mínimo
legal.
Ana vive en mi casa desde hace 11
meses. Confieso que mi vida es más fácil
gracias a ella. Me ayuda con mi hijo,
mantiene mi casa limpia y hasta me sirve de compañera de angustias y alegrías.
Hace unos días Ana me manifestó que tenia
un dolor en un seno. De inmediato la
envie al medico y fue en ese momento que yo, su empleadora, me percate de que
Ana, mi ayudante por excelencia, no tenía seguro medico.
Y por que mi ayudante por excelencia, con
quien comparto la misma casa, a quien le confio el cuidado y parte de la
educación de mi hijo carece de un seguro medico? Lo que es peor, o casi igual, cuando Ana
decida retirarse no tiene derecho a ningún tipo de pensión. A ninguna, ni a un
10, ni a un 30 ni a un nada de porcentaje de su salario de miseria. Y por que esto sucede? Porque no existe ninguna autoridad que
me obligue a tener mi trabajadora domestica inscrita en los planes de pensiones
o de seguro de salud que tiene el Estado.
Es asi porque Ana representa un digito en el computo de las estadísticas
dominicanas. Es asi porque Ana no es
tratada como una persona en su país. No es tratada como persona por mí, que soy un ser racional conocedora de la ley y mucho menos es tratada como un ser humano por un Estado que sabe que existe y no se concentra en su existencia.
Luego del susto del seno, e incitada por
mi afán de solucionar su situación, Ana
obtuvo su cedula de identidad y electoral.
Gracias a Dios la pudo sacar pesar de ser descendiente de esclavos
libertos ingleses cuya situación legal en mi país no es muy clara (ahh, verdad, como no es haitiana, con ella no hay problemas).
Ya estamos en tramites de obtener el seguro y investigando que se hace con el
plan de pensiones pero: ya han pasado 30 años desde que Ana inicio su vida
laboral lejos del batey?
Vivo en una sociedad llena de
contradicciones: por un lado tengo un
grupo de personas quejándose la falta de nivel de la educación universitaria,
pero las escuelas primarias no sirven. Vivo en un país donde se ampara el
trafico ilegal de mano de obra pero el Tribunal Constitucional afirma que trata
de regular el aspecto migratorio de los hijos de los ilegales que nosotros
trajimos a nuestro país para que fuerza productiva nos ayude a financiar los
bolsillos de unos cuantos. Vivo en un
país, donde los médicos, los maestros y los jueces reclaman aumento salariar
pero donde Ana gana menos del minimo y no tiene seguro medico ni ninguna
posibilidad de retiro digno.